El instituto cree en la existencia de lo que ellos dieron en llamar “híper-comunicación”, una especie de red de internet bajo la cual, todos los organismos vivos, estarían conectados y comunicados permitiendo la existencia de la llamada “conciencia colectiva”.
La palabra, junto con el poder de la vibración, es capaz de crear, sanar y también destruir.
La teoría indica que cuando focalizamos
nuestra mente en algo y a esto le sumamos el sentimiento y la emoción
para finalmente expresarlo, estamos exteriorizando y materializando un
poder que estará afectando los reinados de la materia.
LO QUE LE DICES A TU SEMEJANTE, TE LO DICES A TI MISMO
Si cada uno de nosotros estuviésemos
conscientes de que la energía liberada en cada palabra, afecta no sólo a
quien se la dirigimos, sino también a nosotros mismos y al mundo que
nos rodea, comenzaríamos a cuidar más lo que decimos.
Los antiguos esenios sabían de la
existencia de un enorme poder contenido en la oración, el verbo y la
palabra. Los antiguos alfabetos, como el sánscrito, el arameo y el
lenguaje hebreo, son fuentes de poder en sí mismos. Los esenios
utilizaron la energía que canaliza el lenguaje -la cual era la
manifestación final del pensamiento, la emoción y el sentimiento- para
manifestar en la realidad, la calidad de vida que deseaban experimentar
en este mundo. En las culturas del antiguo Oriente eran utilizados los
mantras, los rezos, los cánticos y las plegarias con una
intención predeterminada como técnicas para materializar estados
internos y programar, de una forma ignorada por nosotros en la
actualidad, realidades pensadas, deseadas y afirmadas previamente.
Los estudios realizados por físicos
cuánticos, comienzan a redescubrir y validar el enorme conocimiento
olvidado de antiguas culturas ancestrales. Un conocimiento que se encuentra aún escondido y olvidado y que nos aportaría el poder de cambiar nuestro mundo.
LAS PALABRAS PUEDEN PROGRAMAR EL ADN
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Los resultados arrojaron conclusiones
impensadas: según los estudios, nuestro ADN no sólo es el responsable de
la construcción de nuestro cuerpo, sino que también sirve como almacén de información y para la comunicación a toda escala de la biología.
Los lingüistas rusos descubrieron que el código genético, especialmente
en el aparentemente inútil 90% sigue las mismas reglas de todos
nuestros lenguajes humanos. Compararon las reglas de sintaxis (la forma
en que se colocan juntas las palabras para formar frases y oraciones),
la semántica (el estudio del significado del lenguaje) y las reglas
gramaticales básicas y así descubrieron que los alcalinos de nuestro
ADN, siguen una gramática regular y sí tienen reglas fijas, tal como
nuestros idiomas.
Por lo tanto, los lenguajes humanos no
aparecieron coincidentemente, sino que son un reflejo de nuestro ADN
inherente. El biofísico y biólogo molecular ruso Pjotr Garjajev y sus
colegas, también exploraron el comportamiento vibratorio del ADN. “Los cromosomas vivos funcionan como computadoras solitónicas/holográficas, usando la radiación láser del ADN endógeno”.
Eso significa que, uno simplemente puede usar palabras y oraciones del
lenguaje humano para influir sobre el ADN o reprogramarlo.
Los maestros espirituales y religiosos de la antigüedad han sabido, desde hace miles de años, que nuestro cuerpo se puede programar por medio del lenguaje, las palabras y el pensamiento.
Ahora eso se ha probado y explicado científicamente. La sorpresa mayor,
fue descubrir la manera en que el 90% del “ADN Chatarra”, almacena la información.
“Imaginemos una biblioteca, que en lugar de archivar miles de libros, sólo guarda el alfabeto común a todos los libros, entonces, cuando uno solicita la información de un determinado libro, el alfabeto reúne todo lo contenido en sus páginas y nos lo pone a nuestra disposición”, aclaró Garjajev.
Esto nos abre las puertas a un misterio
aún mayor: que la verdadera “biblioteca” estaría fuera de nuestros
cuerpos en algún lugar desconocido del cosmos y que el ADN estaría en
comunicación permanente con este reservorio universal de conocimiento.
LA EVIDENCIA INESPERADA
El investigador Dan Winter, que
desarrollara un programa de computación para estudiar las ondas
sinusoidales que emite el corazón bajo respuestas emocionales, en una
fase de la investigación con sus colegas Fred Wolf y Carlos Suárez,
analizó las vibraciones del lenguaje hebreo con un espectrograma. Lo que
descubrieron fue que los pictogramas que representan los símbolos del
alfabeto hebreo, se correspondían exactamente con la figura que conforma
la longitud de onda del sonido de cada palabra.
Es decir que la forma de cada letra era la exacta figura que formaba dicha longitud de onda al ser vocalizada.
También comprobaron que los símbolos que conforman el alfabeto, son
representaciones geométricas. En el caso del alfabeto hebreo, las 22
gráficos utilizados como letras son 22 nombres propios originalmente
usados para designar diferentes estados o estructuras de una única
energía cósmica sagrada, la cual es la esencia y semblanza de todo lo
que es. El libro del Génesis está escrito en este lenguaje.
Las letras de los antiguos alfabetos, son
formas estructuradas de energía vibracional que proyectan fuerzas
propias de la estructura geométrica de la creación. De esta manera, con
el lenguaje se puede tanto crear como destruir. El ser humano potencia
el poder contenido en los alfabetos al sumarle el poder de su propia
intención. Eso nos convierte en responsables directos de los procesos creacionales o destructivos en la vida, y con tan solo ¡la palabra!
EL PODER CURATIVO DE LA PALABRA
Existe una capacidad demostrada en la que la palabra puede afectar la programación del ADN.
La salud podría conservarse indefinidamente, si nos orientamos en
pensamientos, sentimientos, emociones y palabras creativas y por sobre
todo, bien intencionadas.
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El Hearth Math declara que si todos los
seres humanos fuéramos conscientes de la existencia de esta matriz de
comunicación entre los seres vivos y trabajáramos en la unificación de
pensamientos con objetivos mancomunados, seríamos capaces de logros impensados, como la reversión repentina de procesos climáticos adversos.
El poder de los rezos, oraciones y
peticiones, tal como nos lo han legado los antiguos esenios -potenciado
por millares de personas- nos otorgaría un poder que superaría al de cualquier potencia militar que quisiera imponernos su voluntad por la fuerza.
Este poder ha sido demostrado en especies
animales como los delfines, que trabajan unificados en objetivos
comunes. Los delfines utilizan patrones geométricos de
híper-comunicación, ultrasonido y resonancias que les sirven para
interactuar con las grillas energéticas del planeta. Estos animales,
poseen la capacidad de producir estructuras sónicas geométricas y
armónicas bajo el agua. Podríamos afirmar que los delfines, ayudan más a mantener el equilibrio planetario de lo que lo hacen los humanos.
Si Dios nos otorgó el poder,
significa qué quiere que nosotros, una vez alcanzado un nivel de
conciencia determinado, ayudemos con respeto a la vida, a ser
co-creadores de su obra.
Este artículo ha sido publicado en la Revista ‘EL PLANETA URBANO’
http://preparemonosparaelcambio.blogspot.com.es/2012/06/el-poder-curativo-de-la-palabra-por.html